LLERA, TAM. (11 de mayo del 2022) Fieles al cumplimiento de su último deseo, familiares, amigos y paisanos depositaron los restos mortales del tamaulipeco de excepción, ilustre jurista, pulcro magistrado, destacado masón, elocuente orador, historiador apasionado, emotivo cronista y caballeroso amigo, licenciado en derecho y maestro en historia, José Ascensión Maldonado Martínez.

Nativo de estas fecundas tierras bañadas por las aguas del río Guayalejo, que disfrutó desde su niñez, vivió siempre enamorado de su terruño, a pesar de haber radicado en lugares tan bellos como Acapulco y su bahía, o la ciudad de México, el centro laboral más grande para el ejercicio de la abogacía y la capital de la cultura.

Por eso, su deseo, de retornar a la madre tierra, a los orígenes, a la sombra del mezquite gacho en el Panteón Municipal de Llera, al lado de sus hermanos y de sus padres, Don Nabor y Doña Manuelita, a quienes siempre profesó amor, gratitud, cariño y respeto.

Su hija, María Eugenia Maldonado, dio cumplimiento cabal a sus deseos de su padre de ser sepultado en Llera y que dejó asentado en un escrito a puño y letra, además de externarlo con frecuencia a sus amigos masones, amigos de Café la Tía de Victoria y a su fiel cuidadora Erika.

José Ascensión Maldonado Martínez, nació un 24 de mayo de 1933 en Llera y falleció el 9 de mayo del 2022 en el Hospital Civil de Ciudad Victoria, a unos días de cumplir 89 años.

Su mente brillante desde la infancia llamó la atención del destacado maestro, Francisco Nicodemo, quien luego de haber desempeñado altos cargos en la SEP a nivel nacional, radicaba en Llera y se convirtió en tutor del niño Chonito, huérfano de padre.

Al concluir la instrucción primera lo impulso a continuar estudiando en Ciudad Victoria, donde hizo sus estudios de secundaria y preparatoria de manera brillante, resultados que le abrieron las puertas para nuevos apoyos en la Ciudad de México, donde cursó la carrera de Licenciatura en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Ahí conoció a destacados alumnos como Porfirio Muñoz Ledo y a Miguel de la Madrid Hurtado, que iban en grados superiores. También fue compañero de otros destacados alumnos, que más tarde fueron jueces, magistrados e incluso Presidentes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Producto de la cultura del esfuerzo, orgulloso de sus raíces y enamorado de Tamaulipas, sentía el compromiso de regresar a su estado lo mucho que le dio en su formación profesional.

Sus rimeros trabajos fueron en litigios en la ciudad de México, luego su eficiencia y relaciones en la UNAM lo llevaría ser Secretario de un Juzgado Federal en Acapulco, Guerrero. Años más tarde regresó a la Ciudad de México y continuó litigando.

Las buenas relaciones con los paisanos y su eficacia en el desempeño de toda una encomienda le llevaron al área jurídica de la Secretaría de Salud Federal, donde despachaba como titular el Dr. Emilio Martínez Manautou.

A principios de 1980, cuando Martínez Manautou se convierte en candidato del PRI a Gobernador de Tamaulipas, fue invitado por él a participar en la campaña organizando los foros sobre justicia para conocer el estado actual de esa disciplina en la administración pública.

Su eficaz desempeño y diagnóstico preciso de ese sector, le llevó a incursionar primero como Magistrado del Poder Judicial de Tamaulipas y más tarde convertirse en el Presidente de ese órgano colegiado. Durante su gestión, la Administración de justicia dio un salto importante en dignificación de los espacios, ampliación del número de juzgados y capacitación del personal y supervisión.

A la par, son esa responsabilidad y como hombre estadista y visión de futuro, inicio la gestión en la capital del país ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de la instalación en Tamaulipas de un Tribunal Colegiado de Circuito, para que los asuntos se resolvieran en la entidad y no en Nuevo León.

Su sagacidad, persistencia, oportunidad y relación de respeto con los Ministros de la Corte, así como la anuencia y respaldo del gobernador Martínez Manautou, permitieron que se coronara la autorización del XIX Circuito del Poder Judicial Federal en Ciudad Victoria, que inició operaciones en las instalaciones de la Vieja Escuela que operaba al costado izquierdo del Palacio de Gobierno.

El Licenciado José Ascensión Maldonado Martínez, se convirtió así en el «Padre de la Justicia Federal en Tamaulipas», al ser el factor decisivo en la autorización por parte de la Suprema Corte. Para la operación del XIX Circuito de dio a la tarea de dar clases de Derecho de Amparo en la Facultad de Derecho de la UAT en Victoria, para forjar a los nuevos funcionarios judiciales.

Tras su retiro del Poder Judicial del Estado, continuó radicando en la capital tamaulipeca en una modesta vivienda en el Fraccionamiento Las Flores, donde su sala-comedor se convirtió en la biblioteca y oficina, Su vieja máquina de escribir, dio cuenta de muchas horas de trabajo y de litigios ganados, pero mal pagados o mal cobrados, pues su vocación de servicio siempre se impuso.

A pesar de haber sido el encumbrado funcionario judicial, era común verle en los pasillos de las Agencias del Ministerio Público o de los Juzgados, litigando en forma directa y puntual, ataviado siempre de traje y corbata, zapato boleado impecable, además de la sencillez, humildad y puntualidad admirables.

Siguió participando en la Logia Masónica y como fiel seguidor de Don Benito Juárez García, participaba de manera puntual en homenajes al «Benemérito de las Américas», así como en conferencias de su vida y obra.

Ese camino lo llevó más tarde a participar en la Asociación de Cronistas de Tamaulipas, convirtiéndose en el Cronista de su natal Llera.

Su relación con la historia de los pueblos y municipios tamaulipecos, lo vinculó a la academia de Historia, por lo que cursó la Maestría en Historia en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.

Su mente lúcida nunca se apagó, pero su cuerpo fue cediendo poco a poco, hasta quedar postrado en cama, los ´últimos dos años.

Las buenas charlas y conversaciones de la mesa número 1 del restaurante «La Tía» de Ciudad Victoria, se trasladaron a la sala-comedor-biblioteca de su casa, al igual que los desayunos que Melita enviaba desde «La Tía» con anuencia de la empresa.

José Ascensión Maldonado Martínez, es uno de los grandes hombres del Tamaulipas contemporáneo y del futuro. Siempre se anticipó a su tiempo y deja un gran legado a los llerenses, tamaulipecos y mexicanos no solo en la procuración y administración de la justicia que fue su campo, sino en valores, familia, principios, cultura, educación, derechos humanos, oratoria, crónica e historia.

Descanse en paz ese pequeño de estatura, pero GRAN HOMBRE, que merece el mejor de los homenajes de los victorenses y tamaulipecos.

Aunque para cientos del ramo de la justicia, les haya pasado desapercibido.

Lo abrazó la «madre tierra», bajo la sombra del «mezquite gacho» en el Panteón Municipal de Llera, a un costado de las limpias aguas del Guayalejo.

En la Funeraria del Recuerdo, su hija María Eugenia Maldonado, agradeció a los asistentes acompañarles en esos momentos de dolor.

La Logia Masónica de Victoria, hizo una guardia de honor y el reconocimiento a su trayectoria en voz de Tito Reséndez Treviño.

El Ayuntamiento de Llera, le hizo una guardia de honor en el Busto a Benito Juárez, que el propio José Ascensión Maldonado Martínez, erigió en la plaza.

Y en el Panteón Municipal, hubo palabras de despedida por José Antonio Lugo Mansilla.

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